¿Qué interrumpe la armonía que acompaña el fluir con nuestras contingencias vitales?
¿Nuestra actitud determina la suerte que nos traen los cambios?
El recuerdo de nuestros orígenes o la conclusión de períodos de desarrollo de capacitación o creación continúan con las acciones en nuestro entorno o/y la gestación imprecisa de lo que vendrá.
La escritura expresiva libera al presente de repeticiones estériles del pasado, y produce una apertura a la creatividad atrayendo armonía al fluir del tiempo. La rutina del aparente vacío adquiere matices donde las oportunidades evolucionan y nos hacen transitar expectantes ante las sorpresas que ignoramos en períodos de productivos.
Escribir crea en esos momentos un puente sobre las aguas de la incertidumbre con lo sensible, inadvertido y valioso que habita en la fortaleza de reconocerse y seguir construyendo nuestra subjetividad con la seguridad que otorga la práctica del don que nos caracteriza.